Edificación de estilo francés que simula un edificio medieval, a mediados del siglo XIX fue una hacienda dedicada a la explotación del palo de tinte, que a finales de este siglo -con el auge del henequén- giró a esta industria convertida en la base de la economía de toda la península. La familia Peón, propietarios de esta hacienda, vieron reducida notoriamente su propiedad de más de 2,000 hectáreas en las postrimerías de la revolución mexicana. En 1972, lo que quedaba de la hacienda fue expropiada por el Gobierno del Estado, sus máquinas raspadoras de henequén siguieron funcionando hasta la década de los ochentas.
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