Es el primero en concluirse de los ocho baluartes que rodeaban la villa. Su nombre lo debe a la sacrosanta persona de Santa Rosa, la de Lima en las sureñas tierras del Perú, quien se volvió “protectora” contra los ataques piratas después de una desesperada invocación contra un frustrado ataque de ultramar.
Su acceso es por un fuerte portal de madera por el cual se llega a las crujías o habitaciones de gruesas paredes, en su patio interior o gola hay un brocal de un aljibe como en todas las fortificaciones y una rampa nos lleva a los techos desde donde se admira las mellizas torres de la catedral y las dimensiones del Instituto Campechano. Actualmente alberga la pinacoteca campechana con obras de artistas locales.